¿Quién soy yo para hablarte de seguros?

 

De pequeño sentía un poco de vergüenza cuando la maestra preguntaba a qué se dedicaban nuestros padres.

Ingenieros. Médicos. Abogados. Profesoras, Funcionarios… todos pasados por la Universidad.

 

Yo respondía: “Mi padre es agente de seguros”. Y ni siquiera sabía muy bien qué hacía. Mucho teléfono en casa, máquina de escribir… de trabajar solo por las mañanas pasó a hacerlo mañana y tarde.

 

Un día en casa de unos amigos en un pueblo de Santander, con un problema en la vivienda, uno de los presentes dijo en tono sonriente-malvado-incrédulo-desafiante-echar culpa a los otros con sorna- aquello de:

 

«Hay un economista, un médico, un asesor de seguros, un empresario ¿y nadie es capaz de arreglar esto?»

 

Yo debía tener unos 10 años y lo miré hacia arriba. Ese hombre tan alto desde mi estatura puso al mismo nivel a todas las profesiones, y ahí sentí por primera vez que el trabajo de mi padre era tan importante como el de cualquier otro. Qué joder, si arreglaba los problemas a sus clientes y amigos.

 

Ese día se me quedó grabado.

 


 

No me hizo falta mucho experiencia para saber que yo no estaba hecho para tener Jefe, me costaba aceptar órdenes-mandatos.

 

En mi código, debía cumplirse una formalidad mezcla de sugerencia, objetivo, conocimiento del proceso y adecuación de la tarea.

 

¿Chulería? No. Piel fina.

 

Y lo comprobé en mi primer trabajo como becario en la Cámara de Comercio de Sevilla.

 

La jefa entró un día y me soltó:


“Esos archivadores de ahí, los pasas ahí. Y los de allí, los pasas aquí”.

 

Mover papeles de izquierda a derecha en una estantería de yeso que iba del suelo al techo.

 

Sin lógica. Sin objetivo. Orden-mandato en estado puro, al Sr Cantero becario.

 

Yo, serio y tímido, noté cómo las orejas se me ponían como dos pimientos rojos. Me contuve lo que pude.

Y a los 5 segundos mientras sostenía la mirada a la mismísima Inquisición, tratando de descubrir cuál era el objetivo de esa orden, qué sentido tenía, qué proceso era que no había identificado, le espeté igualmente a la Jefa de Contabilidad con 3 palabras:

 

—¿Y por qué?

 

Ella se levantó y salió del departamento. El resto de compañeras miraban hacia abajo a sus papeles y tecleaban asientos de contabilidad a velocidad de vértigo.

 

Ese “¿y por qué?” no fue el problema. Fue el tono. La mirada desafiante. Mi excepcional carácter seco frente a las incongruencias. (Abajo te pongo foto de mirada desafiante)

 

Aquello me costó más de una mirada incómoda, pero me enseñó algo:


La obediencia ciega nunca iba conmigo.

 

 


 

En 2008 tomé una decisión.

 

Las aseguradoras cambiaban sus webs, todo se digitalizaba, y mi padre empezaba a sufrir hasta para adjuntar un archivo en un correo. Yo trabajaba en una Asesoría fiscal peculiar.

 

Era el momento.

 

Me incorporé a su negocio. Y mientras él seguía al 100%, yo fui tomando el pulso, aprendiendo de la experiencia real y de cada cliente que pasaba por la oficina.

Cada vez que un cliente de toda la vida me conocía, me decía lo mismo:


“Sigue los pasos de tu padre. Defiende a los clientes. Seguros hay muchos, pero lo importante es proteger a la clientela como él lo hace. Primero atiende sus seguros personales y luego los del negocio.” 

 

Y ese consejo lo llevo grabado hasta hoy.

 

Más de mil peticiones de clientes en siniestros, y no quería jefes ja,ja very clever my friend

 

Por eso mis clientes saben que estoy. Que no desaparezco.


Y cuando hace falta, saco el tono, esa mirada desafiante y ese excepcional carácter seco.

 

Para reclamar hasta la última letra de un contrato frente a la aseguradora, porque…

 

TODOS LOS ASEGURADOS CUENTAN

 


 

En enero de 2023 mi padre nos dejó. Un ataque al corazón que vino por derecho a atentar a su buena salud.

Desde mis 50 años con los que escribo estas líneas, él me sigue inspirando cada día. En lo personal y lo profesional. Y hablamos y sacamos conclusiones, como por ejemplo:

  1. Amazon no se atreve a vender seguros
  2. La gente no conoce las soluciones que dan los seguros, hay que comunicárselas de manera fácil y directa.
  3. Hay mucho vende-pólizas suelto y Aseguradoras que deberían tener de logo la bandera pirata
  4. Contratando seguros con un mediador de seguros consigues más indemnización en siniestros

 

Sigo su legado con una misión clara:

 

Trabajar para que el Negocio pase a una 3ª generación defendiendo a los Asegurados con Honestidad y dar visibilidad a la profesión del mediador.

 

¿Por algo especial?

Porque

 

 

TÚ Y TODOS LOS ASEGURADOS CUENTAN, AL MENOS PARA MÍ

 

 

Lo prometido es deuda, la foto que he elegido «solo» entre más de 50 fotos de postureo…

 

En la oficina

Foto de mediador de seguros que quiere demostrar honestidad y ética profesional a sí mismo todos los días

ESTAS INDEFENSO ANTE LAS ASEGURADORAS

Aquí te proteges o te protejo

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